Tres
últimas noches del 9no. Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la calle.
Mercedes – Departamento de Soriano
La
celebración del encuentro se inició el pasado 10 de Enero de 2015 en la Ciudad
de Mercedes, Departamento de Soriano, Uruguay.
Con la presencia de músicos de Uruguay y
del extranjero se volvió a realizar mucho más que los show nocturnos que
inician a las 22, en el escenario montado en la manzana 20 de la ciudad, sobre
la rambla portuaria. Consta de otros eventos como lo son el “jazz a la calle”,
propiamente dicho, que inicia a las 20,30 horas en distintos puntos y las
“Clínicas y Talleres” que se dan de mañana o de tarde, en el salón de actos de
la Intendencia Municipal de Soriano, donde los músicos comparten sus saberes,
sus experiencias y brindan clases específicas sobre jazz.
Después de las presentaciones
principales en el escenario de la manzana 20, la cita se prolonga en las “Jam
Session”, en un patio interno de la construcción edilicia de la manzana 20, y se
dilata hasta las 5,30 o 6 de la mañana. En dichas instancias las
improvisaciones toman fuerza y el contacto con el público es más estrecho. Este
cronista junto a un pequeño grupo de jóvenes estudiantes de música y músicos,
al fin y al cabo -pues sus estudios iniciaron en la niñez y prosiguen y actúan
en distintas instancias-, pudo participar de las distintas actividades
realizadas en los tres últimos días.
Participar de todos los eventos se
vuelve bastante difícil pero no imposible, aunque el cansancio se suma y al
cabo de un par de días se siente la necesidad de descansar. Y así se ven a
jóvenes y adultos, adultos mayores que entre las interpretaciones caminan o
duermen una siesta, aunque sean las 23, las 14 o las 5 horas de la mañana.
La rambla se ilumina y se escucha la música
proveniente de la manzana 20, es tiempo de acercarse y acomodarse en algún
punto, sentado en una silla plegable o directamente sobre el pasto, o más
cómodamente en algunas sillas junto a mesas propiamente dichas o, en las
realizadas con paneles de estiva degustando las propuestas gastronómicas que se
arma entorno al escenario.
En la superficie frente al escenario las
personas se van acomodando a su gusto. Algunos se acuestan sobre el pasto para
disfrutar mejor, otros, como unas señoras mayores, acomodan sus bastones o
andadores al lado de las sillas y simplemente disfrutan de la noche, el
movimiento en calma que se da en derredor al escenario.
Quienes aún prefieren caminar visitan
las muestras de pintores o simplemente eligen pings, calcomanías y remeras del
evento. Otros buscan las cervezas en el almacén de la esquina que no cierra
hasta muy tarde en la noche. Sin
embargo, hay quienes se apuran a comprar los CDs de los artistas que se venden
en espacios acondicionados para ello. Y aún hay más, para quienes esperan a
otro grupo que viene más tarde a tocar al escenario, se entretiene observando
propuestas de títulos de unas editoriales que están presentes.
Cuando menos uno lo piensa está
enfrascado en la música, sintiendo que
los pies no pueden parar de moverse y en un momento las manos arrancan en un
aplauso cerrado, para celebrar las composiciones de los músicos. Pero no
conforme con eso, pueden verse a algunas personas, de cualquier edad danzar,
bailar y chiflar con ganas con cada composición.
Una fiesta muy particular, donde
conviven distintos grupos, jóvenes y no tan jóvenes, muchas cabezas calvas o
llenas de canas, y por otro lado rastas y rapados de toda índole conviven en un
mismo espacio y tiempo, disfrutando, cada uno a su modo, sin molestarse, sin
sentirse separados, o heridos por el aspecto del otro, sino todo lo contrario,
unidos por justamente eso, la heterogeneidad propia del ser humano.
Los propios músicos son una muestra de
lo heterogéneo, tanto por sus procedencias, como por sus estilos musicales, por
sus pieles, por sus acentos, sus idiomas, como por sus particulares formas de
hacer música, por su formación y sus trayectorias.
Sigue... en la entrada titulada: Séptimanoche
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