martes, 25 de noviembre de 2014

Entrevista con Teresita Pizzorno

El canto es una expresión de vida

En esta entrevista la Directora Teresita Pizzorno nos cuenta sobre los inicios del Coro Esperanza. En 2015 celebrará treinta años de actividad ininterrumpida.


−Lo que estamos tratando de conocer es la historia de este coro, sobre sus inicios.
−En primer lugar fue una inquietud que siempre tuve, de tener un grupo, y que pudiera hacer obras culturales, sociales y benéficas sin fines lucrativos. Llevar un poco la alegría a esas personas que lamentablemente están, a veces, un poco abandonadas. En base a eso es que conocí a un pequeño grupo los cuales me llamaron para que pudiese trabajar con ellos en un coro. Y así fue como se inició el 20 de abril de 1985, en el Instituto Magisterial Santa Elena, el Coro Esperanza.
Nos iniciamos con siete. Luego tuve la oportunidad de que Canal 5, la señora Raquel Asat, sin conocerme, me llamase. Porque había llegado a oídos de ella que estaba trabajando un grupo. Ese grupo era el grupo que yo tenía. Lo que ella me pidió fue hacer una prueba, conocernos. Pero no fue así, porque cuando llegó ese día, hicimos un pequeño ensayo. Y cuando terminó el ensayo me dijo: “Teresita esto va en vivo y en directo, porque nos gusta mucho”.
Esto es un poco una anécdota, porque para mí fue una alegría muy grande. Porque siempre decía… que iba a ir al canal y, en fin… Y lo tomaban como una broma.

−La gente del grupo…
−La gente del grupo, efectivamente. Entonces, preparé otra vez el grupo. No lo podían creer. Lo primero, es un poco para reírse, quizás. Me dijeron: “Teresita no trajimos el uniforme”. Entonces, mi respuesta fue la siguiente: “No nos fijemos en el uniforme, fijémonos en lo que vamos a hacer”. Y a raíz de esa actuación en Canal 5 empezaron llamados para integrar el Coro Esperanza. Y así fue creciendo que llegó un momento que, por la gracia de Dios –que siempre digo que fue un privilegio- llegué a los 66 integrantes.

−En un principio eran siete integrantes…
−Siete. Luego fueron quince. Y de ahí, año tras año, fueron aumentando.

− ¿Dónde ensayaba y porqué el nombre del grupo Esperanza?
−Esperanza porque siempre fue una inquietud mía, una esperanza. Y le puse el 20 de abril, porque el 20 de abril cumplían años de casados mis padres. Y quería tener un recuerdo perdurable… mientras Dios me deje. Y por eso le puse el 20 de abril…

− ¿Y el lugar donde ensayaban?
−Y el lugar donde ensayábamos era el Instituto magisterial Santa Elena. Después, esa Institución necesitó el salón, para chicos que venían del interior a estudiar a Montevideo. Entonces, nos trasladamos a León XIII. En la calle Vázquez, no recuerdo el número. También un lugar donde había una residencial –hogar para adultos mayores-. Una parte de la casa era una residencial de abuelos. Pero nosotros teníamos un teatro. Es conocido, el Teatro León XIII, de la calle Vázquez.

Nuestras neuronas siempre tienen que estar trabajando
−Tú comentabas hace unos días, cuando preparábamos esta entrevista, que una religiosa en el primer lugar donde comenzaron a ensayar tuvo mucha importancia en la formación y en el estímulo para crear el grupo…
−Cómo no, me refiero a la hermana Elena que fue profesora mía del liceo. Me ayudó mucho, me impulsaba y me decía: “Teresita, esto tiene que seguir”. Porque hay personas que hay personas que no saben, que se pasan sin hacer nada. Y eso de estar sin hacer nada, yo pienso,  es malo. Nuestras neuronas siempre tienen que estar trabajando. Entonces yo abarcaba esas personas.
Había personas que, por sus hijos o sus familiares, estaban abandonadas. Entonces, siempre les gustó el canto. Entonces, yo les di esa oportunidad.

− ¿Y adultos mayores de qué edad, en ese tiempo?
−En ese tiempo tenían setenta, ochenta y hasta noventa años. Ahora, actualmente ha bajado un poquito el nivel de la edad… Pero en realidad, cuando yo formé el grupo eran todas personas mayores.

−Y entonces, vino la instancia de presentarse en el Canal 5, eso permitió que otra gente se enterara y se acercara al coro. Y empezaron a actuar ¿Dónde? Una cosa es ensayar y reunirse unas dos veces por semana… Quizás puedas comentarnos un poco más sobre eso.
−Habíamos comenzado, no quiero faltar a la verdad. Eran jueves y sábados, creo. O martes y jueves. Pero después no fuimos haciendo conocer y estuvimos en varias oportunidades en el (Hospital Geriátrico) Piñeyro del Campo. Me llamaron otras instituciones. Y después, con el correr de los años –no recuerdo bien en qué año fue- se formó el Club de Abuelos de la Teja. Donde estaba el señor -dicho con mucho respeto y al cual ya no lo tenemos- Néstor Cardozo. Él y su señora fueron los promotores de que los grupos de la tercera edad nos conociésemos. Y ahí nacieron los festivales de la tercera edad.

− ¿Qué edad tenías cuando se inició el Coro esperanza? Me indica con la mano…  ¿Cuarenta años?
−Y a mi papá cuando le dije, no lo podía creer. Quedó tan contento… Pero, sobre todo, quedaron más contentos los dos cuando les dije: “Miren que voy a poner la fecha de su casamiento”.
Bueno mi mamá se emocionó mucho… Y lo que me queda, lo lindo que fue (Se emociona al recordarlo) Y tanto mi padre como mi madre me vieron como profesora, como directora del coro. Para mí una gran, como te voy a decir, no solamente alegría. Era un modo de agradecerles todo lo que ellos hicieron por mí. Por mi carrera… Por mi formación, primero como pianista y luego como cantante.

−Entre las personas que mencionaste cuando preparamos este encuentro me contaste sobre un docente importante y que también tuvo la oportunidad de verte como directora. Un hombre mayor… y que en algún momento él también se sorprendió de verte en ese otro rol. Te había visto como alumna y demás, pero después como directora. Contanos un poco sobre eso.
−Esa persona a la que tú te estás refiriendo es, nada más y nada menos que, el gran maestro César Giacosa Carabajal. Con él mi inicié en coros. Y también, verlo a él, todo lo que hacía, me fue inquietando. Pensé… ¿alguna vez podré también yo dirigir un grupo? Que no es nada fácil. Dirigir un coro no es nada fácil. 
La primera vez que me vio dirigiendo un coro, no lo podía creer. Él sabía de mis condiciones. Con la bendición de Dios, siempre lo digo. Dios al nacer, puso sus manos en mis manos, y sus manos en mis cuerdas vocales. Es un gran privilegio.
Soy contralto. Heredé de mi padre, de parte de mi padre… Porque mi papá era un tenor lírico dramático.
Y volviendo a ese tema de dirección que me vio. Dice: “Mirá Teresita, nunca me imaginé que tú podrías dirigir. Estoy orgulloso. Orgulloso porque alguien va a seguir mi camino, va a seguir mis pasos”. Yo me sentí muy alagada y con una gran responsabilidad, por supuesto. Lo que me dijo en broma fue: “que nunca tuviera una batuta en mis manos, porque si había alguno de los integrantes que desafinara, esta batuta… yo creo que le iba a llegar muy cerca…” Y no estaba equivocado. Me gusta enseñar, me gusta dar lo que Dios hizo de mí. Quiero que esa persona esté volcada, una entrega. Porque el canto es una expresión de vida.

De cuántas cosas el canto, como la música, nos salva
−De cuántas cosas, ahora que se me presenta esta oportunidad de hablar lo puedo decir… De cuántas cosas el canto como la música nos salva. Hablo en primera persona, porque no me gusta mencionar a nadie. A mí me salvó Dios y el canto de una gran tristeza que tuve, hace muchos años. Porque si no hubiera estado en eso, no sé si hoy estaría hablando aquí…

− ¿Eso mismo es lo que tratas de infundir a esa gente?
−Exacto, eso mismo quiero infundir a toda persona que se acerca. Que siempre hay algo porqué seguir luchando. Y la música nos ayuda. Porque en esos momentos que estamos en una clase, nos olvidamos hasta de decir tengo que preparar un té porque me espera una tal persona. ¿Por qué? Porque estamos abocados en esas horas -una hora, dos horas, lo que sea- en entregarnos, en volcarnos en amor, en sentimiento. La dulzura, la expresión. A esa hermosa palabra, que es una palabra cortita, pero que encierra mucho, y se llama canto.

−Las personas que en su momento allá por 1985, como hoy, se acercan ¿necesitan tener una preparación previa para formar parte del coro o arrancar con el gusto simplemente? Y de ahí se van formando dentro del coro.
−Exactamente, no es necesario que sean profesionales, ni que hayan estudiado canto. Eso se van haciendo con el correr de los meses y los años. Lo importante, cuando yo recibo a una persona, es esa entrega total a lo que va hacer. A cantar. Y que cumpla. Yo no puedo tener personas que asistan un mes y después desaparezcan… No me sirve. También, a qué viene esto. A que nunca me asustó la cantidad de integrantes. Lo que a mí me interesa es la calidad de ellos. Y la fuerza que tiene para ir buscando esa superación.
Yo sé que no van a ser profesionales ni nada que se les parezca, pero que canten sabiendo lo que cantan.

−Pueden crecer, ellos mismos, adentro del grupo.
−Por supuesto que sí, así como he formado solistas. Que, un coro cuando tiene solistas, no es una cosa de vanidad. Ya eso lo expliqué a mis integrantes. Si yo tengo solistas, dúos o tercetos, es para que el grupo crezca. No que se sientan disminuidos, no. Todo lo contrario. Es un apoyo, que tienen ustedes… -comenta Teresita que refiere a los integrantes del coro. Y todos, hasta ahora, lo han tomado con mucho respeto.

Somos una cadena con grandes eslabones
−Estamos hablando del Coro Esperanza, pero tú formaste otros coros. Más allá de 1985. Pero estamos hablando de los diez primeros años… Pero ¿entre un coro y otro, qué diferencias hay? Es decir, el grupo humano condiciona, las personas. Los grupos las forman las personas, entonces eso hace que un grupo crezca más rápido que otro. ¿Es así o se pueden dar otras situaciones?
−No se pueden dar otras situaciones, pero lo más importante es lo que tú estás diciendo. Es la parte humana de la persona, es el integrarse. No, no hay diferencias. Puede haber, a veces, que yo lo veo mal. Pequeños rozamientos, porque no todos nacemos con las mismas condiciones y tenemos la misma facilidad. Hay personas que les cuesta más que otras. Bueno, pero no por eso yo… hablo de mí, otros profesores, no sé. Cada uno tiene su libro, y es respetable. Al menos a mí, me gusta respetar como  me gusta que me respeten. No los dejo, al contrario. Trato de volcarme más a esa persona que le cuesta. Porque yo veo la inquietud de aprender. Eso sucede en todos los órdenes, sea Primaria, Secundaria, Facultad. En todos los órdenes sucede eso, que hay personas más capacitadas que otras, pero no por eso se las puede dejar de lado… Toda persona que se acerca trato de darle el amor, la confianza para que ellos se sientan cómodos. Y sobre todo lo que busco en un grupo, y no sólo en mi querido Coro Esperanza, sino en todos los coros que formé, que son un poco más que diez, es la unión entre ellos.
Nosotros tenemos un lema y es: “Somos una cadena con grandes eslabones” y no permitimos que nada ni nadie nos pueda separar. 

−Si tuviéramos que destacar los diez primeros años del coro Esperanza ¿qué cosas se te vienen a la mente?
−Fuera del Canal 5, estuvimos en canal 4 con el señor Omar Gutiérrez, en varias oportunidades. Y allí tengo una anécdota, justamente. En una oportunidad de esa invitación, uno de los temas se llamaba casas viejas, un gran tango. Una vez finalizado… me llamaron. No solamente para felicitaciones… Sino que esa persona, de la cual no recuerdo el nombre, le gustó ese tema. No solamente por el contenido, sino que él se dedicaba a pintar las casas viejas. Entonces me quedó eso muy grabado, y le quedó al grupo también, por supuesto…

−Eso al momento después de cantar el tema de algún modo como que estimula ¿no?
−Sí, me estimuló muchísimo. Y lo volví a hacer en varias oportunidades porque no solamente que porque esa persona dio la casualidad que nos estaba escuchando y se dedicaba exclusivamente a eso, sino que gustó. Gustó mucho.

− ¿En esos diez primeros años, qué estilos musicales manejabas? Quizás no son los mismos que manejas hoy.
−No, sí. Siempre manejé los mismos temas. Porque pienso que en realidad, en una actuación o en un recital, no sabemos el público es este. Pienso que el repertorio tiene que ser variado. ¿Por qué? Porque todas las personas no tenemos los mismos gustos. Yo hago zarzuela… clásico,  melódico… tango, folklore, cosas españolas, fuera de las zarzuelas. Por qué, porque debo agradar a todos. A mí no me interesa un grupo de diez. Cantamos a Soto Carral o Luisa Fernanda. O Doña Francisquita. Me interesa todo el público. No yo sola. Cuando yo me nombro, nombro mi grupo. Porque yo sin ellos no soy nada.

−El coro, decías, había ido al Piñeyro del Campo y a instituciones como esas. Entonces, el coro, desde su nombre, está llevando algo. Son adultos mayores que se dedican a una actividad coral y van a presentar a otros grupos de adultos mayores. Están llevando, como su nombre lo indica, algo de esperanza. Hacer una cosa, una actividad.
−Es decir, nosotros sobre todo cuando vamos a residenciales, vamos a llevar esa alegría que están necesitando… También nos podemos encontrar con otros grupos, donde intercambiamos ideas. Nosotros también participamos en encuentros de coros. Eso lo hicimos y lo seguimos haciendo con frecuencia. No es que uno vaya a competir. Eso entre comillas, pues la persona que habla, sí. Y sanamente, Porque cuando estoy preparando un grupo, yo quiero que se vayan superando. No es egoísmo, ni envidias, ni nada que se le parezca. Es algo que quiero que crezca. Por eso, que de cierto modo, hay competencia; pero depende de los profesores y los directores. Yo no voy a mentir. Para mí sí.

Nosotros vamos a ir a cantar a los bomberos
−Dentro de los primeros diez años de actividad del coro Esperanza hay algunos puntos importantes, momentos fuertes. Comentabas las actuaciones, pero hay otros momentos importantes dentro de los primeros años. Hablanos un poco de eso Teresita.
−Bueno, respecto a la pregunta que me hiciste, recuerdo que estando en la Asociación Magisterial Santa Elena nos llegó una invitación de los bomberos. Del centenario de ellos. Para que el coro fuera a cantar. Y ahí en la plaza armaron un escenario y allí hicimos una actuación, gracias a Dios, maravillosa. Eso me quedó, porque a veces en broma, como pasábamos frecuentemente… “Nosotros vamos a ir a cantar a los bomberos”. Y se tomó eso como una broma. Pero esa broma resultó en realidad. Porque lo que menos esperábamos era que nos llegara una invitación de ellos y de esa índole. De tantos años. De la cual conservo el diploma que me fue entregado.

− ¿Y cómo llega esa invitación a ustedes?
−La invitación llega por intermedio de la Hermana Elena. La que reitero, me apoyó tanto. Me alentó. Y por intermedio de ella, no sé habría cierta amistad con alguno, no sé. Yo no lo sabría decir.

− ¿Qué otras instancias en esos lugares donde ustedes ensayaron, en qué otros lugares ustedes actuaron, con qué frecuencia?
−Las residenciales donde más estuvimos fue la Residencial Saniguet allí en Millán y Cisplatina. Después en muchos lugares como el Piñeyro del Campo. Todos los años, el día del abuelo, nosotros teníamos la invitación de ellos.
¿Cómo conocí al Piñeyro del Campo? Eso me quedaba en mi carpeta. En el Piñeyro del Campo, la primera actuación fue cuando se hacían las tareas… Tú recuerdas de la Buena Voluntad. Qué eran. Pedían colaboración para ayudar al Piñeyro del Campo. Bueno, estaba escuchando, y me gustó. Me impactaba porque las donaciones… frazadas, hasta propiedades, no recuerdo más. Yo digo, a mí me gustaría aportar algo. Y me nació esa cosa. Entonces, (dije) yo voy a llamar. Y así fue. Llamé, me presente y recibí la invitación. Esa fue la primera actuación del Coro Esperanza, del cual tengo diplomas de todos los años que nosotros estuvimos yendo al Piñeyro del Campo.
Lo conocí… y se me movió un poquito el piso. Y aprendí algo. Y aprendieron mis alumnos también. Que tenemos que valorar todo lo que Dios nos da. Porque ahí vimos cosas muy tristes. Personas que no se pueden mover por sus medios, prácticamente olvidadas por sus familias. Me emociono al hablar así porque me duele y no comparto cuando al adulto mayor se la trata de una manera que no es la correcta.
Porque si nos gusta que nos respeten nosotros tenemos que respetar. Hay una palabra muy fea, no importa quién me oiga. Me pongo mal cuando oigo: “Es un viejo.”No, no es un viejo. Ese viejo fue joven, como esa persona que lo está diciendo. Y quizás esa persona no llegue a la edad que tiene ese hombre. Yo pienso que la persona de la tercera edad o adulto mayor tiene un lugar todavía en la vida. Y mientras Dios lo deje puede seguir luchando.

Un escape de todos sus problemas mundanos
      −Esa actividad que desarrollan, justamente, la actividad coral es una manera de poder decir “todavía puedo hacer algo” o bastante. ¿Qué es lo que habitualmente te dicen los alumnos, respecto de lo que significa para ellos venir al coro? De repente con sus hijos y sus nietos. ¿Qué significa al interior de la familia el venir una o dos veces por semana a ensayar a trabajar? Porque en realidad es un trabajo, aunque tal vez no remunerado para ellos, o tampoco para ti, pero es un trabajo que lleva una, dos o cuatro horas semanales. Que, bueno, el producto es después la actuación. Pero ¿qué significa para ellos esa actividad?
−Para ellos es muy importante, dado que siempre están pensando cuando llegará tal día para tener clases. Es decir, es un escape… Un escape de todos sus problemas mundanos. Y se encuentran contentos. Además, están deseando siempre estar haciendo algo. Buscar algo y llevar algo. Hablo siempre referente al canto ¿no? Es muy importante. Incluso he tenido oportunidad de hablar con hijos y con nietos. Y dicen: “Teresita, yo no sé cómo mi abuela, mi abuelo, encontraron esa puerta para hacer lo que están haciendo ellos”.
 Porque, a veces, las personas, por distintas circunstancias de la vida, no han podido realizar lo que uno siente. Me involucro, me pongo yo en primer lugar. No sé que hubiera sido… Yo siento la música y el canto, después de mi familia, para mí lo más grande. Entonces, pienso en esas personas… Por eso quiero darles todo lo que tengo, lo máximo quiero dárselos a ellos,  porque veo que se encuentran bien. Veo que el estado anímico es maravilloso. Que ni se acuerdan que les duele una pierna, o que tienen el estómago mal. No, no se acuerdan de nada.
Esa hora, esas dos horas, lo que sea, ellos se olvidan de todo. Incluso, si yo no digo: “Termina la clase”… Ellos se quedan. Algo más que  mí me impacta es que cuando por diversa circunstancias, a veces, no podeos dar clases… Paro de ómnibus… ¿Y Teresita qué hacemos? O llegan las vacaciones, y me dicen: “Y qué hacemos”. Y bueno –les dice la docente- salgan, visiten un familiar, hagan un paseo… ¿Y el coro?-preguntan los integrantes del coro. Bueno, vamos a descansar. Yo también lo necesito. Pero no encuentro, a veces, palabras para que ellos se encuentren contentos o estén tranquilos ese mes. Están deseando que empiece ese mes para volver a comenzar las clases.

−Claro, es un momento de encuentro.
−De encuentro. Es, en realidad, un encuentro donde también trabajamos pero también tenemos nuestras horas, a veces, ¿no? de expansión. Me da lástima a veces,… media hora siempre compartimos algo. Es un momento que ellos cambian palabras, en fin… Se cuentan sus cosas. Es un modo también, de tener al grupo, más unido. Que se conozcan un poquito más entre ellos.

−Claro, porque la actividad está dirigida a adultos mayores, que no tienen quizás ya una actividad laboral, probablemente la mayoría, pero donde están buscando una actividad donde sentirse bien. Y de encontrarse con personas de la misma edad. Porque la gente que viene tiene la misma edad, más o menos, dentro del mismo grupo etáreo con el que trabajas y es una oportunidad. Dentro de las familias tenemos los niños, los adolescentes, los adultos y el adulto mayor. Pero quizás, al momento de encontrarse en el coro, se encuentran con personas de la misma edad y eso es importante para ellos, seguramente. 
−Sí, es muy importante.

−Las problemáticas deben ser similares…
−Justamente, era lo que yo decía. En ese momento de expansión que tienen, se pueden contar sus cosas. Mi nieto esto, mi hijo aquello. Viajó, voy a viajar. No se encuentra bien, tienen problemas. Y ellos mismos se ayudan. No parece, pero se ayudan. Porque una palabra… hay que ver que cambió en la persona.
A mí me buscan, yo no me creo el espíritu santo, ni nada que se le parezca, pero yo a veces digo, pero yo no puedo. Porque ellos tiene más experiencias de la vida que yo. Y sin embargo están contentos porque basta una palabra que les diga, una sola palabra y se encuentran realizados. Y no hago magia.

− ¿Y no será eso, lo que estamos proponiendo además de enseñar? ¿No estás, a través de la actividad, proponiendo el escucharnos también?
-Sí, eso es muy importante. Saber escucharnos. Son personas con muchos problemas… Por eso yo, a veces, digo que yo no estoy tan capacitada para dar una palabra a esta persona que tiene ciertos problemas que yo, gracias a Dios, por ahora yo no los tengo. O si los tengo, los tengo de distinta manera. Lo sé enfrentar de otro modo. Y me encuentro halagada porque verlos contentos… “Teresita –recuerda alguna conversación- ¿Cuándo nos vemos?” Esto, que lo otro…
He tenido personas que me han besado las manos. Y eso yo no lo permito. ¿Por qué? Porque soy un ser humano, con defectos como los tiene cualquiera. Yo pienso que eso se le hace solamente a Dios.

−Las personas encuentran una respuesta, alguien que los escucha y nuestra sociedad muchas veces no está teniendo, no está brindando esa oportunidad.
−Es lamentable pero no. No. Dicen que se trabaja por la persona mayor, por el adulto mayor, pero no es así. Ojalá se encuentren muchas personas, quienes me estén escuchando, para que ese corazoncito que tenemos todos, que a veces está un poquito dormido, es bueno despertarlo. Y buscar un momento donde a esa persona mayor le de una oportunidad de entablar una conversación, un diálogo. Porque reitero, uno no sabe los años de vida que tenemos. Entonces, no podemos dejarlo, ignorar a esa persona mayor. ¿Por qué la ignoramos? A mí me gustaría acercarme a la plaza de aquí, de los bomberos. Porque cuando paso -ahora hace mucho no- en el ómnibus, veo a esas  personas sentadas, sin hacer nada… Muchas veces me pregunto ¿Y alguna de estas personas no les gustará cantar? Eso sería precioso, poder acercarme. Ver cómo, y en qué momento, podría hacerlo. Porque eso, desde que inicié el coro, que estábamos bien cerquita de allí, lo pensaba.
Cuánta de esta gente que está acá… Está bien, le dan de comer a las palomas, pero están –perdonando la expresión- están vegetando. Y quizás, tienen muchos valores, que ellos no lo han encontrado. O no han encontrado, mejor dicho, me expresé mal, o no han encontrado a la persona indicada.

−Como canalizar…
         −Exactamente…            

Nota del entrevistador: Esta entrevista es parte del material reunido en el libro "CORO ESPERANZA - 1985 - 2015 - 30 años de actuaciones" Publicado en Editorial Bubok Argentina . 

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